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LOUISIANA + DIEGO STABILITO | LA LATA DE BOMBILLAS
 
  Fecha:    30/01/2010
Sala:       La Lata de Bombillas
 

Ella estrenaba su telecaster, así que no era estrictamente un concierto acústico. Louisiana aparecía en el escenario de La lata de bombillas susurrando el Si me levanto de Standstill, dispuestos a ofrecer un concierto desbordante de complicidad, de miradas y de sonrisas con las que amortiguar el sufrimiento de sus letras. Porque las canciones de Louisiana son de esas que te dejan un dolor agudo en el pecho si solo te fijas en las palabras, pero si te dejas llevar por la melódica de Richi Fandango, los juegos vocales y los arreglos de guitarra de Luis Cebrián y por supuesto, la extrema dulzura de la voz de Ana Manzana, entonces, es inevitable dibujar una sonrisa.

 

Seguramente cada persona del público tendrá su momento favorito de la actuación. Podría ser la interpretación del Come as you are de Nirvana en francés, o la colaboración de Copiloto, que subió al escenario con una tercera guitarra para engrandecer Sinestesias. Podrían ser sus temas más conocidos como El cuento de la princesa y el guisante o No hay valor. Podría ser la aportación del clarinete en Daddy o en la sorprendente versión del Cómo hablar de Amaral donde Luis lleva la voz cantante. O su momento más bailable con Vidrio de El Polaco sumado a el guiño de El Niño Gusano, o ese xilófono final apoyando la melodía de Copenhague de Vetusta Morla... Pero para mí, a título personal, lo mejor fueron las nuevas canciones. Me refiero a Envíos, a Quemedesamor o a su composición más reciente, terminada hace tan solo unos días y estrenada en este concierto. Una canción maravillosa de dolor y de despecho que deja frases como “No es odio sino dolor de oídos, lo haces con tanto ruido cuando os imagino” Son canciones como esa las que nos hacen pensar que Louisiana tiene todavía mucho por decir.

 

Para mi sorpresa, el público se llenó de jovencitas veinteañeras cuando salió Diego Stabilito. Todas las chicas que habían estado al final de la barra durante la actuación de Louisiana mirándose su esmalte de uñas, ahora se acercaban a cuchichear cerca del escenario. Y me sorprende porque las canciones de Stabilito dan la impresión de ir dirigidas a un público más adulto. No son temas de estribillo fácil, sino de alguien que ha pasado media vida escuchando a Jeff Buckley y a Pearl Jam. Igual venían por Guille Esteban, alias The Sundance Kid, guitarrista de Delirium Tremens que ya cuando estaba en Sultans despertaba pasiones entre las adolescentes. Podría ser por eso.

 

Diego Stabilito salpicó su repertorio acústico con numerosas versiones. Desde la acertadísima Como el viento de DePedro, pasando por los Beatles y su While my guitar gently weeps, los recuerdos de Blue Joke, antiguo grupo de Stabilito, a través de Dark City, o una versión con reminiscencias de tango del A quién le importa de Alaska y Dinarama. Pero hubo dos adaptaciones muy especiales. Bueno, tres. Una, porque el consabido Hallelujah de Leonard Cohen  sonó diferente con la colaboración de “la Esteban. Otra, porque por fin las chicas de primera fila pudieron cantar cuando empezó el I want it that way de Backstreet Boys. Y la tercera, porque subió Leticia Sanz de Delirios de Medea y se marcó un dueto lleno de fuerza al interpretar el clásico mexicano La llorona. Y claro, hubo temas propios, faltaría más. Lo que no te dí, o Un actor invisible, cantada en catalán, nos acompañaron en una noche deliciosa, bajo la luz intermitente de las bombillas.

 

Texto: Beatriz Pitarch // Foto de archivo

 
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